El objetivo principal es solidarizar con la opresión a que está sujeto el pueblo tibetano, desde que China invadió el Tíbet en 1949. En la oportunidad se presentó el documental “El nuevo Tíbet” que relata la vida que deben llevar los cientos de miles de tibetanos que viven en el exilio, partiendo por la larga y peligrosa travesía de cruzar los Himalayas hacia la libertad. Son muchos los tibetanos que no resisten tan cruda experiencia, falleciendo en el intento; otros alcanzan a llegar, pero a veces pagando un alto precio en su integridad física, principalmente la pérdida de extremidades y dedos por congelamiento.
Después del documental se realizó un panel de discusión donde tuve la oportunidad de compartir con el escritor y poeta Manuel Martínez y la ex directora del Centro de Meditación Budista Drikung Kagyu, Paz García. Manuel Martínez se refirió a las violaciones sistemáticas de los derechos humanos en el Tíbet y cómo el mundo no ha sido capaz de detener esa represión. Paz García abordó la vida de los tibetanos en el exilio alrededor del mundo, los problemas que han debido ir subsanando y cómo han ido tejiendo una red de solidaridad para sobrellevar su situación. Con respecto a mi participación, ella estuvo enfocada en la importancia de realizar este evento y otros en pos de la causa del Tíbet, principalmente para que la llama de la esperanza tibetana no se extinga.
Lo más destacable del evento fue la positiva participación de los asistentes quienes manifestaron su compromiso a seguir apoyando las actividades en pro del Tíbet y abogaron por crear más instancias comunicativas para que Chile tenga plena conciencia del problema que sufren nuestros hermanos tibetanos al otro lado del mundo.
Lamentablemente, el poder que China ha desplegado en todo el orbe, incluido Chile, para desacreditar al pueblo tibetano y a su líder espiritual, S.S. el Dalái Lama, es parte de una política sistemática y minuciosamente articulada. Ahora, si el Dalai Lama desde hace muchos años ha expresado que su objetivo no es la independencia del Tíbet, sino su autonomía cultural y religiosa, ¿por qué China no se abre a un diálogo franco con su contraparte? ¿Por qué siempre que se toca el tema de la autonomía del Tíbet, China reacciona como si se estuviera hablando de independencia?
Está claro que China no quiere ningún diálogo, lo que nos hace suponer que su objetivo principal tiene más que ver con un plan de exterminio de la cultura tibetana, que con una percepción distinta de los acontecimientos de 1949. La historia está plagada de cruentas e injustas invasiones que nunca fueron reconocidas como tales por los invasores, sino sólo a través de la acuciosa investigación de los historiadores.
Desde Chile irradiando energía positiva para el Tíbet
– Fernando Salinas Manfredini
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